Hace
mucho tiempo, en el año 1998, en el puerto de Melilla había una
niña llamada Violeta, tenía 12 años,era delgada,tenía el pelo
largo y pelirrojo y los ojos verdes.
Estaba
muy contenta porque iba al puerto con sus padres, ya que le traía
recuerdos de una vez que estuvo allí para ver llegar a los Reyes
Magos en Navidad.En esta ocasión lo conocería mejor visitando los
muelles y algún barco con sus padres, que eran profesores de
naútica.
Durante
la visita a uno de los barcos se despistó y se entretuvo
curioseando por los camarotes, sin darse cuenta de que había
trancurrido bastante tiempo. De repente, notó que el barco se
movía. ¡Oh Dios mío!, el barco había zarpado y navegaba rumbo a
Motril. Subió a cubierta en busca de alguién que pudiera ayudarla
y un marinero llamado Juan la llevo ante el capitán. Er a un hombre
apuesto y muy amable, pero no podía ragresar a Melilla hasta dentro
de una semana, por lo que la invitó a acomodarse en el barco y
ayudarle en su trabajo durante el tiempo que estuviera allí. Fue una
experiencia muy interesante, ya que tuvieron que ayudar a unos
naufragos y ella estuvo curando a los heridos, por lo que se sintió
muy útil.
Lo
estaba pasando tan bien que se le pasó la semana volando y de
repente no tenía ganas de volver a Melilla, pero allí estaba su
familia que la esperaba ansiosa y que estaban muy preocupados.
A
raiz de esta experiencia inició una relación muy especial con
Motril y por este motivo las dos ciudades quedaron hermanadas para
toda la vida.
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